en mi brota un sentimiento de amargura y dolor.
Cada página del libro donde te nombraba a ti,
ha ido destruyéndose sin dejar rastro de tu existencia.
Cada verso que surgía de mis labios,
cada nota de entonación en mi mirada,
ha ido decayendo como la espuma.
No hay remedio para el dolor,
solo el olvido protege al corazón.
Quizás, la injusticia del saber
que no derramé ni una lagrima
ni por el libro, ni por él.
Más ahora que me doy cuenta,
solo lo que siento es verdad,
si comparto esos versos con quién nos haga feliz.
Seguiré el camino que tracé, y recordaré
que aún siendo precavida...